Según Eduardo Coirini, vecino de la familia, Dybala se destacaba en fútbol ya desde muy pequeño: «Me acuerdo que cuando era pibito, tenía dos o tres años, le decíamos curita, porque la camiseta de fútbol le quedaba tan grande que le daba a las rodillas. Paulito parecía que tenía una sotana. Era un piojito, así y todo gambeteaba a todos. Era un infierno. Todos sabíamos que iba a llegar. Tenía pinta de crack».