Tras su segunda asunción como director técnico, una de las tribunas del estadio fue bautizada con su nombre. Su sucesor, Néstor Gorosito, de más bajo perfil, logró encauzar un plantel ya armado cuya principal arma era la fabulosa dupla de volantes centrales compuesta por Ortigoza y Mercier, y se volvió prácticamente infalible como local. Una de las primeras salidas que encontró la comisión directiva presidida por Próspero Cónsoli, fue la de realizar giras por el interior para recaudar dinero y poder pagar el elevado contrato de Diego.